"Estos son y no son retratos; mas bien podríamos decir que son diagnósticos sobre un estado de España..."

Es la segunda vez que el pintor catalán, Joan Laborda, expone en A Coruña y lo hace con una obra recurrente a los mitos plásticos de la España del Siglo de Oro, sobre los cuales vierte una recreación personal, en clave que podríamos denominar como expresionista.

En esta muestra su interés se ha centrado en Velázquez, cuyos personajes: príncipes, infantas, hilanderas, nobles o enanos parafrasea llevando el guiño velazqueño hacia lo deforme o lo pomposo a un extremo que contacta con la visión moderna  y su desprecio por las solemnidades, desvirtúa de este modo, la teatralidad de una época que gustó de los grandes escenarios, del lujo y del boato, mientras la carcoma iba royendo los cimientos de la base social.

Tal vez es consciente el artista barcelonés de que en estos inicios del siglo XXI vivimos una parecida situación de inestabilidad; por eso bajo los pomposos gestos y los trajes lujosos de Mariana de Austria, de la Infanta Margarita, del príncipe Baltasar Carlos y del propio Felipe IV, está el mas humilde y fungible de los elementos, el menos durable, el mas arrojadizo: el papel de periódico. Es sobre esta base de papeles arrugados y empastados para que adquieran volumen que Joan Laborda coloca estas sombras del pasado, estas criaturas desdibujadas, cuyo rostro ha desaparecido como laminado, destruído por la voracidad del tiempo. Lectura por tanto barroca la que hace J.Laborda en lo que el Barroco tuvo de reflexión sobre la fugacidad de la vida; pero lectura también actual en lo que el arte de nuestro tiempo tuvo de gesto, de mancha huidiza, de informalismo. Porque si es visible que la referencia a las figuras está ahí y éstas, dada su popularidad, son reconocibles, lo cierto es que una mirada atenta descubre la fruición que el pintor ha depositado en la premura de un trazo, en la expresión de una pincelada libre y convulsa, casi tachista.Estos son y no son retratos; mas bien podríamos decir que son diagnósticos sobre un estado de España, un claroscuro, atravesado aquí y allí por una luz carmín o rosácea o por las grises tonalidades que dieron fama a Velázquez y que tantos pintores admiraron y siguieron.

Como el príncipe Baltasar Carlos a caballo, estas figuras siguen galopando por nuestro imaginario, llenándolo de los virtuales fantasmas de una historia que no por ya escrita está acabada. Joan Laborda, licenciado en Historia del Arte, además de haber realizado estudios de diseño y pintura, rinde así homenaje a uno de nuestros mas geniales pintores, recupera con cierta melancolía la memoria de un perdido esplendor, a la vez que habla de sus propios imposibles sueños. Junto a esta serie velazqueña, un inquietante bosque oscuro, de descarnados árboles negros, parece apuntar a una nueva vía de expresión, más interiorizada y simbólica.

Ánxeles Penas, Crítica de Arte.

Artículo publicado en el periódico

"EL Ideal Gallego" de A Coruña, el 18/11/ 2003